
Invertir en innovación y tecnología se ha convertido en una necesidad básica para las empresas, debido al acelerado avance digital de los últimos años. Sin embargo, más allá de ser una obligación, representa una oportunidad estratégica que detona una cadena virtuosa de beneficios: mayor productividad, competitividad y crecimiento sostenible.
De acuerdo con el Índice Mundial de Innovación 2024, México ha registrado avances significativos en este rubro y las pequeñas y medianas empresas (pymes) han sido piezas clave en este proceso, gracias a su agilidad para adaptarse a nuevas tecnologías, optimizar sus operaciones y mejorar la calidad de sus productos y servicios.
La innovación no solo permite desarrollar nuevos productos, sino también mejorar procesos de producción, reducir costos y fomentar el crecimiento de las empresas, lo que a su vez impulsa la creación de empleos y fortalece la economía nacional. Además, ofrece herramientas para resolver desafíos ambientales y sociales, como el cambio climático o la desigualdad.
Las nuevas tecnologías tienen el potencial de transformar industrias enteras y abrir nuevas oportunidades de negocio. Con la llegada de la inteligencia artificial (IA), muchas empresas han logrado optimizar su eficiencia operativa y mejorar la experiencia del cliente, un factor clave para posicionarse en un mercado cada vez más competitivo.
Los reportes indican que las empresas mexicanas han incrementado su inversión en IA: ocho de cada diez ya destinan recursos a este rubro. Según la firma KPMG, el 50% de las empresas mexicanas invierte entre el 1% y el 10% de su presupuesto anual en herramientas de IA generativa, mientras que un 37% destina entre el 6% y el 15%.
Por otra parte, se ha reportado que hasta el 30% de la inversión en manufactura en México se destina a Tecnologías de la Información (TI), lo que refleja crecimiento sostenido y su impacto positivo en la industria nacional.
Desafíos para impulsar la innovación en México
A pesar del crecimiento en inversión tecnológica, persisten retos importantes. Existe una brecha considerable en la adopción de tecnologías avanzadas entre las grandes empresas y las pymes. Compañías mexicanas como Peñoles, Cemex, Alfa, Gruma, Softtek y Herdez han destacado por su apuesta en innovación, pero, en comparación con firmas globales, la inversión sigue siendo limitada.
El gobierno juega un papel crucial en este panorama. A través de políticas públicas, incentivos fiscales y programas de financiamiento, puede fomentar un ecosistema de innovación más robusto.
Actualmente, México destina aproximadamente el 0.5% de su Producto Interno Bruto (PIB) a investigación y desarrollo, una cifra baja frente al promedio de los países de la OCDE, que ronda el 2.5%.
Datos recientes señalan que la inversión pública en innovación y desarrollo científico ha disminuido en los últimos años. Para 2024, se proyectó un gasto federal para Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) de 60,644 millones de pesos, lo que representa una reducción del 4% en términos reales respecto a 2023, y una caída del 42% en comparación con 2014, año en que México alcanzó su mayor inversión en esta materia.
Desde la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se ha planteado que para lograr mayores avances es indispensable fortalecer la colaboración público-privada, incluyendo a universidades y centros de investigación. Esta sinergia permite compartir conocimientos, recursos y experiencias, acelerando los procesos de innovación.
Aunque el sector empresarial ha sido un motor importante, es necesario ofrecer más incentivos y financiamiento para los proyectos de investigación e innovación ya existentes.
La inversión en ciencia y tecnología es el motor que puede llevar a México hacia un crecimiento económico sostenido, inclusivo y competitivo a nivel global.
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